Durante la segunda semana de agosto, los mercados financieros globales mostraron un renovado optimismo ante la probabilidad casi asegurada de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal, impulsados por un dato de inflación menor a lo esperado en julio. En este contexto, el dólar estadounidense continúa debilitándose, desafiando las expectativas de fortaleza que prevalecían a comienzos del año. La combinación de políticas arancelarias en Estados Unidos, un crecimiento más débil de lo proyectado y dudas sobre la independencia institucional de la Fed refuerzan la visión de que la moneda se encuentra cara y estructuralmente vulnerable, con implicancias relevantes para los portafolios globales. La conclusión estratégica es clara: resulta aconsejable cubrir posiciones denominadas en dólares y diversificar hacia monedas y activos de mercados emergentes, que se benefician de este escenario.
En el plano inflacionario, si bien la lectura general del CPI fue favorable, la inflación núcleo mostró señales de repunte, particularmente en bienes sensibles a los aranceles. La Fed enfrenta así un delicado balance: las condiciones de enfriamiento en el mercado laboral y un crecimiento por debajo de la tendencia abren espacio para dos recortes de tasas este año, aunque la persistencia de presiones en precios obliga a una estrategia gradual. El mercado, de todos modos, ya descuenta hasta tres recortes antes de fin de año. En paralelo, la curva de rendimientos de los bonos del Tesoro se ha inclinado levemente, reflejando tanto las expectativas de política monetaria como preocupaciones fiscales de mediano plazo.
La renta variable estadounidense, por su parte, alcanzó nuevos máximos históricos, liderada por el fuerte desempeño de las mega-cap tecnológicas, impulsadas por resultados del segundo trimestre y por el renovado entusiasmo en torno a la inteligencia artificial. No obstante, la concentración de retornos en un reducido grupo de compañías revive riesgos de menor diversificación y retornos más débiles en el mediano plazo. El contexto aconseja ampliar la exposición hacia compañías de menor capitalización y diversificar geográficamente hacia otros mercados desarrollados y emergentes.
En Asia, el crédito corporativo mantiene fundamentos sólidos, con spreads en niveles históricamente ajustados, bajas tasas de default y un balance positivo entre upgrades y downgrades. Sectores como gaming en Macao, commodities en India, renovables y tecnología en China e Indonesia ofrecen oportunidades selectivas. Más ampliamente, la política económica china comienza a mostrar un sesgo reflacionario, con apoyo a la vivienda, estímulo al consumo y medidas para abordar el exceso de capacidad industrial, lo que constituye un factor positivo para la región. En mercados emergentes en general, la combinación de inflación en retroceso, políticas monetarias más laxas y debilidad del dólar crea un entorno propicio para el crecimiento y para la valorización de activos tanto de renta fija como de renta variable.
Europa, en contraste, permanece en un sendero de crecimiento muy limitado, con un PIB de apenas 0,1% en el segundo trimestre, reflejando el agotamiento tras un inicio de año dinámico. Japón, en cambio, logró superar las expectativas con un crecimiento de 0,3% apoyado en la inversión fija y las exportaciones, aunque con un consumo todavía débil. En Latinoamérica, los mercados bursátiles mostraron resultados mixtos: mientras Chile y Colombia registraron subas destacadas, Argentina y Brasil se mantuvieron volátiles, reflejando la sensibilidad de la región a la dinámica del dólar y a los flujos de capital.
