La última semana estuvo marcada por el Simposio de Política Económica de Jackson Hole y el discurso de Jerome Powell, lo que llevó a los mercados globales a adoptar un tono de cautela. El S&P 500 interrumpió su repunte y las tasas en Estados Unidos se mantuvieron prácticamente sin cambios. Powell dejó en claro que los recortes de tasas continúan sobre la mesa, aunque subrayó que el equilibrio entre un mercado laboral más débil y una inflación todavía persistente exige prudencia.
En Estados Unidos, los últimos datos confirman que la economía avanza hacia una desaceleración ordenada. El mercado laboral muestra señales de enfriamiento, con un aumento en las solicitudes de desempleo, mientras que los reportes de las principales cadenas minoristas reflejan que los mayores costos comienzan a trasladarse a los consumidores. Walmart logró expandir márgenes gracias a un incremento de ventas mayor al esperado, mientras que Target sufrió compresión, lo que pone de manifiesto que no todas las empresas cuentan con la misma capacidad de adaptación. En términos de actividad, el PIB creció 1,2% en el primer semestre, menos de la mitad del ritmo de 2024, y la inflación retrocedió desde un pico de 9% en 2022 a niveles cercanos al 3%. El mercado descuenta recortes de aproximadamente 100 puntos básicos en los próximos doce meses, con la Fed priorizando el empleo.
Los bonos han recuperado protagonismo: el Índice de Bonos Agregados de Bloomberg acumula una suba superior al 4% en lo que va del año, superando al efectivo. Sin embargo, el rol de la renta fija como cobertura tradicional frente a la renta variable ya no es tan sólido. Entre 1997 y 2020, en nueve de diez retrocesos del S&P 500, los Treasuries se apreciaron en promedio un 7%. Desde la pandemia, la dinámica cambió: la inflación pasó a ser el factor dominante, provocando caídas simultáneas en acciones y bonos, como en 2022 cuando el S&P retrocedió 24% y el índice del Tesoro cayó 13%. Este nuevo régimen sugiere que la diversificación debe ir más allá de la relación clásica acciones-bonos, incorporando activos reales (oro, materias primas, bienes raíces, infraestructura) y estrategias macro de cobertura, sin superar el 25% de la asignación tradicional de renta fija.
En el plano local, la semana estuvo atravesada por factores políticos, monetarios y sociales de alto impacto. El Senado rechazó decretos presidenciales y la Cámara baja anuló un veto, lo que debilitó la posición del Ejecutivo en un contexto de alta tensión preelectoral. A ello se sumó la apertura de una investigación judicial por presuntas coimas en contratos farmacéuticos que involucra a allegados al presidente, lo que elevó la percepción de riesgo institucional.
El Banco Central continuó endureciendo la política monetaria: aumentó encajes y absorbió $3,79 billones mediante letras Tamar, generando alta volatilidad en el mercado de cauciones, con tasas que oscilaron entre 2% y 120% en la semana. En paralelo, el BCRA intervino con fuerza en el mercado de futuros, acumulando una posición vendedora de USD 3.812 millones en julio, la mayor en tres años, para contener la volatilidad cambiaria.
La inflación sigue siendo un desafío central. En agosto, los alimentos mostraron un comportamiento preocupante: EcoGo midió un alza del 1,1% en la tercera semana, mientras que LCG reportó una desaceleración marginal de 0,1%. Aun con lecturas mixtas, el rubro alimentos se consolida como el principal motor inflacionario en el corto plazo. En el frente externo, Argentina encadenó 20 meses de superávit comercial, pero el saldo acumulado en 2025 (USD 3.750 millones) representa apenas un tercio del registrado en 2024, lo que debilita la sostenibilidad del superávit gemelo y genera presión adicional sobre el dólar.
El agro ofrece un contrapeso positivo: la Bolsa de Rosario proyecta una cosecha récord de trigo de al menos 20 millones de toneladas gracias a lluvias abundantes, y las condiciones también son favorables para maíz y soja. No obstante, el mercado laboral refleja mayor fragilidad: la desocupación alcanzó 7,9% y la informalidad asciende al 42% de los ocupados en el Gran Buenos Aires, lo que limita la recuperación del consumo y acentúa las tensiones sociales.
En síntesis, el escenario global continúa condicionado por la disyuntiva entre inflación y crecimiento, con la Fed avanzando hacia un sesgo más acomodaticio, pero aún dependiente de datos. Los bonos ofrecen rentabilidad atractiva y espacio de recuperación, aunque requieren ser complementados con activos alternativos para garantizar diversificación. En Argentina, la volatilidad política, las presiones inflacionarias y la fuerte intervención cambiaria configuran un panorama desafiante. Aun así, la agroindustria emerge como motor de sostén, aunque insuficiente para neutralizar la fragilidad fiscal, laboral y monetaria.
