Durante la última semana, el mercado argentino mostró un cuadro de fuerte inestabilidad, resultado de la combinación entre tensiones políticas y desequilibrios macroeconómicos de fondo. En el frente cambiario, el dólar paralelo superó los $1.500, lo que llevó al Banco Central a intervenir por primera vez desde la salida parcial del cepo en abril. La venta de divisas buscó contener la cotización dentro del esquema de bandas, pero dejó en evidencia la fragilidad de la estrategia cambiaria y la vulnerabilidad de las reservas internacionales, que se ubican en torno a USD 39.000/40.000 millones y deben enfrentar compromisos inmediatos de deuda de magnitud relevante. En paralelo, el Tesoro dispone de apenas USD 1.100 millones en caja frente a vencimientos por unos USD 8.100 millones hasta enero, un descalce que incrementa la presión de corto plazo. Este desequilibrio alimenta especulaciones sobre distintos escenarios: el más pesimista contempla un default de deuda, aunque hoy se lo percibe poco probable dada la insistencia oficial en cumplir los pagos; el más optimista descansa en un resultado electoral favorable en octubre que permita mejorar la gobernabilidad, acceder nuevamente a financiamiento externo y reducir el riesgo país.
En el plano fiscal, el Gobierno presentó el presupuesto 2026 con supuestos exigentes: un superávit primario del 1,5% del PBI, crecimiento económico del 5% y una inflación anual proyectada en torno al 10%. Estas metas buscan transmitir disciplina y consolidación, pero lucen de difícil cumplimiento en el contexto de resistencia política en el Congreso y malestar social por los recortes en educación, salud y transferencias a provincias. La derrota electoral sufrida en la provincia de Buenos Aires intensificó las dudas sobre la capacidad del Ejecutivo para sostener su agenda de reformas y condiciona las expectativas de los agentes económicos.
En cuanto a la actividad, los datos del segundo trimestre reflejaron un crecimiento interanual estimado en 6,5%, acumulando tres trimestres positivos consecutivos. Sin embargo, la recuperación presenta rasgos de fragilidad y heterogeneidad: el consumo privado sigue deprimido, la industria enfrenta altos costos financieros y la inversión productiva se ve limitada por la volatilidad política y la falta de crédito.
Los activos financieros locales acompañaron el deterioro del clima económico y político. El índice Merval retrocedió alrededor de un 30% desde sus máximos, posicionándose como el mercado bursátil con peor desempeño global en 2025. Los bonos soberanos en dólares también registraron nuevas caídas, y el riesgo país volvió a superar los 1.400 puntos básicos, reflejando el nivel de desconfianza de los inversores respecto a la sostenibilidad del programa económico y la capacidad de financiamiento del Tesoro.
En paralelo, a nivel internacional, la Reserva Federal de Estados Unidos se mantuvo en el centro de la atención. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, inició reuniones con potenciales candidatos a suceder a Jerome Powell en la presidencia de la Fed, entre ellos Lawrence Lindsey, Kevin Warsh y James Bullard, en un proceso atravesado por presiones políticas de la administración Trump. Bessent impulsa, además, una agenda de reformas que apunta a reducir la cartera de bonos del balance —hoy en torno a USD 6 billones— y limitar la huella económica del banco central. Al mismo tiempo, la Fed decidió recortar la tasa de referencia en 25 puntos básicos, llevándola al rango de 4,00%-4,25%. Powell justificó la decisión como un recorte de gestión de riesgos, anticipando al menos dos reducciones adicionales en lo que resta del año. La medida estrechó la brecha de tasas frente a Asia, donde bancos centrales como Corea, Australia e India ya habían avanzado con recortes para enfrentar presiones externas e internas.
Los mercados reaccionaron positivamente a la decisión de la Fed. El Dow Jones y el S&P 500 cerraron la semana con un alza de 0,7%, el Nasdaq Composite avanzó 1,5% y el Russell 2000 se destacó con un incremento de 2,5%, alcanzando máximos históricos por primera vez desde 2021. Este rally estuvo sostenido no solo por el impulso de las tecnológicas, sino también por resultados corporativos sólidos en sectores más amplios de la economía, lo que refuerza la visión de un repunte generalizado de las acciones.
